Hasta hace escasas semanas pensaba que la amazonia pertenecia integramente a Brasil o Peru. No sabia que un hermoso pedacito de este paraje traspasaba la frontera ecuatoriana.Y para descubrirlo tan solo nos separaban un par de horas de bus y un buen paseo en camioneta.
El punto de inicio es la pequeña ciudad de Puyo, lugar donde nos aguarda Henry, un nativo buen conocedor del entorno, amante de la naturaleza y dedicado en cuerpo y alma a la conservacion de la amazonia.En la expedicion nos acompaña Diego, el brasileño que conocimos en Baños.
Despues de haber hecho todos los trayectos posibles en vehiculo, tocaba andar. Quizas la opcion mas correcta hubiera sido llegar de dia pero no fue asi. Tocaba caminar unos 30 minutos hasta llegar al campamento donde pasariamos los dias siguientes. El frontal es la unica luz que ilumina de forma parcial un sendero resbaloso,embarrado y cargado de trampas.La oscuridad oculta un paisaje que se adivida precioso. Al sonido de nuestros pasos se unen la armonia musical acompasada con la que se expresan la multitud de especies animales que aqui habitan.
El campamento nos sorprende para muy bien.No teniamos idea alguna de a donde ibamos y llegamos a un sitio fantastico.Una gran cabaña hecha de madera, bambu y paja con lujos inesperados como agua corriente ( almacenada por las lluvias),ducha,algun que otro colchon y tiendas de campaña para no dormir al raso.La madre de Henry vive aqui y ejerce de cocinera en esta aventura.
Ya sin frontales, la luz de las velas nos acompañan en una cena tipica: sopa y pollo con arroz. Todo buenisimo. Y para bajarlo una deliciosa limonada que no a todo el mundo sento demasiado bien.Solo faltaba ir a dormir y descansar para estar en forma en el trekking del dia siguiente.
Las luciernagas se apagan cuando cierras la tienda y la tranquilidad es tu compañera de cama. El sueño es profundo durante horas,exactamente hasta que escuchas un ruido conocido en nuestra tierra como «Llamar a Juan»; si, era Dani que se encargaba de devolver a la madre tierra todo lo que habia ingerido durante el dia.Y no una ni dos sino hasta 6 veces durante toda la noche. En favor de esa limonada, obviamente elaborada con mucho amor , cariño y agua de lluvia, decir que al medio dia nos habiamos puesto finos de pasta con unas gambas y unos calamares que lo mas cerca que estuvieron del mar fue en un paseo por el amazonas.
La mañana se presenta clara permitiendo visualizar lo que la noche te hacia solo intuir: selva, selva y mas selva. En la lejania, el volcan Sangay mostraba su cumbre repleta de nieve.
Dani, aun estando mas seco que el Adri en pleno agosto, tira de casta y se une al trekking. La indumentaria, mas que curiosa, esta formada por unas buenas botas de agua, pantalon largo y un enorme machete amarrado al cinturon, nada comodo de portar.
Durante mas de 6 horas estuvimos caminando por la selva. En ese tiempo avanzamos por pequeños senderos que por momentos parecian desaparecer en la frondosidad de la vegetacion. Sorprende la facilidad con la que pierdes la horientacion en un lugar como este.
Descendimos por el rio Anzu saltando de piedra en piedra,intentando sin exito evitar el chapuzon inesperado. Tambien existieron los baños voluntarios en alguna poza donde el agua parecia relajarse y tomarse un respiro en su camino. El lugar era impresionante. Henry aprovechaba cualquier pausa para darnos algunas nociones sobre supervivencia en la zona.
Por momentos,al principio de la caminata, pense que Dani, completamente deshidratado y falto de fuerzas, no podria continuar. Tras una pequeña siesta junto al rio,no solo revivio, sino que incluso nos deleito con alguna acrobacia.Bravo por Danielo.
Las tardes en el campamento te invitan al relax, a la hamaca, al guitarreo y al no estres.
Durante nuestros dias por Sumac Kausay ( nombre exacto del lugar) tambien tuvimos la oportunidad de adentrarnos en algunas cavernas.
Reptamos por sus estrechas galerias desafiando los limites de la claustrofobia y nos llenamos de barro como niños.
GRANDIOSA AMAZONIA
Dejamos la selva atras y continuamos nuestro camino. Una primera escala de nuevo en Baños (casualmente era sabado) con su correspondiente fiesta y una segunda en Latacunga, ciudad fea, bulliciosa y fria que no tardo en ganarse el sobrenombre de «Latachunga».Lo positivo fue que la escasez de nubes nos permitio contemplar el Cotopaxi en todo su esplendor.
Si perder mucho el tiempo, y tras haber pernoctado en Hostel Tiana ( que recibe mas recomendaciones de las que merece- a quien cojones se le ocurre hacer un hostel situado a 2400 m de altitud y poner todas las areas comunes al aire libre) tomamos rumbo a Quilotoa.La expedicion la formamos Diego (el brasileño), Nuria (una catalana que conocimos en Baños), Dani y yo.
La carretera que nos separaba de nuestro destino solo podia subir y serpentear, sorteando cerros y montes hasta que,pasadas 2 horas nos dejaba a 3900 metros sobre el nivel del mar, en la pequeña aldea de Quilotoa.
Estamos en el corazon de la cultura indigena donde apenas se habla castellano y si el Quechua, donde las facciones cuentan una larga historia y donde la sonrisa es la mejor forma de saludar.
Este lugar es conocido por la hermosa laguna que tiene ubicada en el crater del volcan.No se conoce entrada ni salida del agua y se dice que es salada; no llegamos a bajar para comprobarlo.
A casi 4000m, cuando el sol se esconde, el frio se hace insoportable a menos que estes cerca de la chimenea y disfrutando de alguna infusion bien calentita mientras por la ventana podias ver pasar los pingüinos con bufanda y tomando espidifen.
Hicimos lo que el lugar pedia: tranquileo, fuego, lectura y blog.
Carlos